jueves, 3 de diciembre de 2020

Imposición de la Medalla de Oro de la Ciudad a los Regimientos San Marcial y España.

Continuando con los actos de inauguración de la Base de Castrillo del Val, relatados en la entrada precedente a través de las páginas del Diario de Burgos del día 11 de junio de 1976, en esta ocasión recordamos otro importante evento que sucedió en dicho acto, el reconocimiento de la Ciudad de Burgos al Regimiento de Infantería “San Marcial” y de Caballería “España” mediante la imposición de la Medalla de Oro de la Ciudad. Hechos y discursos que se rememoran en las siguientes líneas:

Ofrenda de las Medallas de Oro

A continuación tuvo lugar el acto de ofrenda de las Medallas de Oro de la ciudad, a las unidades regimentales de San Marcial y España. Situado en el centro del patio de armas el alcalde de la ciudad, con vistoso acompañamiento cívico-militar y escolta de maceros y policías municipales de la sección de honores, el señor Jabato Saro, secretario en funciones del Ayuntamiento, dio lectura del texto del acuerdo adoptado por el Concejo burgalés en su sesión plenaria del 5 de mayo del presente año, por virtud del cual, resultando ampliamente demostrados y notorios los relevantes méritos, que concurren en los regimientos citados y considerando su permanente vinculación a la ciudad a la que infundieron su espíritu de reciedumbre y virtudes castrenses, y deseándolo la corporación municipal rendir tributo de gratitud y homenaje a tan heroicas unidades militares que con su prestigio enaltecieron siempre la historia de Burgos y de España, se les concede la Medalla de Oro de la Muy Noble, Muy Más Leal y Muy Benéfica ciudad de Burgos Cabeza de Castilla, primero en la voz y en la Fe.

Discurso del Alcalde. 

 

 
Seguidamente el alcalde de la ciudad Don José Muñoz Ávila pronunció el siguiente discurso de ofrenda de tan preciadas distinciones honoríficas.

Majestad, en nombre de la ciudad de Burgos, la Muy Noble y Muy Leal, la primera en la voz y en la fe, me cabe el honor de daros la más entrañable bienvenida, con profundo respeto a la Corona y con el cariño a la persona que desde su Coronación, al paso de la dificultad y el nuevo tiempo, está sabiendo sazonar, por el camino real de la verdad, el honor, y la justicia, la unidad de todos los españoles, en esperanzadora armonía con su Rey, para el mejor servicio España.

Recibid de la misma manera, con el mismo cariño y con igual devoción, nuestro saludo para S.M. la Reina, quién además de ser vuestra esposa y consecuentemente nuestra Soberana, cuenta ya claramente con el cariño del pueblo, pues conocido, que el español, con su especial sagacidad e intuición, ha sabía interpretar su personal estilo, que garantiza a más abundamiento la solidez de una Corona, para la que sinceramente pedimos ahora y siempre, la especialísima protección de Dios.

En el marco solemne de este momento histórico, rodeado en la seguridad de vuestros leales, Señor, el pueblo de Burgos os saluda y agradece vuestra presencia. Muchas gracias. 



El pasado día 2 de julio de 1975 la ciudad de Burgos escribió una nueva página de su vida, rindiendo culto al Ejército en la unidad del Regimiento de Artillería 63, con motivo de su centenario. Nuevamente hay que abrir el libro de la historia de nuestro viejo solar y seguir dejando en él, la huella imborrable de una marcha permanente, que protagonizan, en esta ocasión como en tantas otras, los mejores hijos de la madre España a su paso por la ciudad castellana, cuna de héroes y de Santos, donde la virtud de la nobleza obliga, por ser noble su origen y tanto más noble su ser. Una vez más es menester y grata obligación volver junto a la milicia, rodearnos de color y uniformidad, hacernos silencio y atención al clarín, recordar a los mejores, repasar su lección e impregnarnos de nuevo en un sentido patrio que hace el milagro de unirnos en la misma fe, en la misma devoción y en las mismas e indestructibles lealtades, porque debe ser indestructible aquello que mereció el heroísmo por la sangre, porque bien vale la pena conservar la paz, la fraternidad y la concordia, que durante tantos años hemos venido disfrutando, como símbolo de que nuestra madre España, avanza cual nave silenciosa en la singlatura del honor y la grandeza, impulsada por los vientos del trabajo, para el bienestar de sus siempre amados hijos.

Es momento de hacer alto en el camino y sin bajar la guardia, que escuchéis la voz de Burgos, que desea decir una vez más y bien alto, que quiere al Ejercito, que se da cuenta de sus servicios, que desea la máxima unión con él, que es consciente de lo que representa. De aquí podéis deducir la enorme satisfacción que embarga a los burgaleses, que hoy rinden tributo de gratitud en las Fuerzas Armadas en los regimientos de caballería España número 11 y San Marcial número 7, al llegar la hora de la imposición de la medalla de oro de la ciudad, merecidamente otorgada por su ayuntamiento. Y no voy a referirme, sino únicamente de paso, al hecho trascendental que representa el poder contar con unos solares, donde poder promover obras y servicios, que no es poco, en una ciudad agobiada por la marcha del progreso evidente, deseo fundamentalmente referirme a aquello que cuenta y vale con carácter imperecedero. Deseo, creyendo interpretar el sentir burgalés deciros gracias, gracias y mil veces gracias, por lo que sois, por lo que representáis, por la forma en que cumplís con vuestro deber, por la manera que tenéis de ser, por el respeto que infundís, por la tranquilidad que proporcionáis. Por todo esto y porque sois soldados de España, que es una de las cosas más grandes que se puede ser, parangonando la frase de José Antonio Primo de Rivera, es por lo que la ciudad de Burgos, quiere honrar vuestras enseñas, con su Medalla de Oro, para honrarse con la honra de la Patria. 

Escudo del Regimiento España con la corbata con los colores de la Ciudad de Burgos

Si en el momento presente España se siente amenazada por las mareas altas de una coyuntura obligada, es también hora de sabernos fuertes y capaces, patrióticamente capaces, de superar toda dificultad. No tengamos menor duda. En este ambiente militar, se palpa la seguridad de la Patria.

Perdonadme, queridos soldados, que me haya apartado quizás de la función que le es propia a un alcalde y en lugar de hablaros de los problemas de Burgos en cuyas soluciones tanto habéis confiado, me haya sentido con vosotros hoy soldado, pues no en balde pasé mis mejores días juveniles sirviendo a España como oficial de este Regimiento de Infantería.

Dejadme deciros infantes y cazadores, hoy todos iguales por la transformación de los Ejércitos, que constituís como bien sabéis, la columna vertebral de la Patria, como tantas veces se ha dicho y que sirviéndola orgullosamente, en la disciplina y el deber, hacéis que los españoles puedan labrar sus lares en la paz del terruño, sin miedo a la tormenta. Y porque así lo hacéis siempre, Burgos ha querido, con sencillez, con claridad y en justicia, abriros hoy su corazón y entregaros, en las enseñas patrias de los Regimientos de Infantería número 7 y Caballería número 11, la Medalla de Oro, la más alta y preciada distinción que tenemos.

Al llegar el momento esperado, con el recuerdo emocionado para el que fue nuestro caudillo, junto con nuestras promesas de trabajar sin desmayo por el engrandecimiento de España, con nuestra entrega incondicional, a las órdenes de nuestro Rey, gritad conmigo ¡Viva el Rey! ¡Viva España!.

Solemne imposición de los galardones 




Tras las palabras del alcalde, el señor Muñoz Ávila tomó en sus manos la Medalla de Oro que, entrelazada con la cinta de los colores de la ciudad, prendió en los pliegues de la enseña del Regimiento de San Marcial, mientras sonaban las graves notas de la Marcha de la Ciudad interpretada por timbaleros y clarineros municipales. El alcalde, ajustándose al mismo ceremonial, impuso la Medalla de Oro en el estandarte del Regimiento Acorazado de Caballería España número 11.

Gratitud de los regimientos

El coronel don Juan Vicente Izquierdo, jefe del Regimiento San Marcial, el nombre de dicha unidad y de la de Caballería dio las gracias por el homenaje que se ofrendaba a ambos expresándose en los siguientes términos:

Majestad, excelentísimos señores, en líneas de parada ante su Rey, con la Medalla de Burgos en sus banderas, difícil para los jefes de los Regimientos de Infantería San Marcial y de Caballería España, la selección de evocaciones.

Y quizás merezcan primacía, aquellas ocasiones en las que quienes hoy reciben juntos el honor del homenaje, juntos también se vieron en el honor de la batalla. Y así, entre ellas, la campaña de Portugal, cuando en trance la vanguardia de cruzar el río Caia, con objetivo en Yelbes “cubiertos por la caballería de Borbón (hoy regimiento España), marchaban en vanguardia los voluntarios de la Corona (antecesores de San Marcial) según privilegio de ser los primeros, cuando de marchar hacia el enemigo se tratase”.

Bien sabemos quiénes hoy recibimos la Medalla de la Ciudad, que el mérito de merecerla se inscribe en un pasado de gloria y de servicio, de jinetes y de infantes ejemplares.

Así hoy, y por la infantería, cubren los cielos de nuestra parada los héroes del Rosellón y de la expedición a Portugal, de las guerras con Francia e Inglaterra, de la guerra de la Independencia, de Cuba, de Marruecos.

Por la caballería, con trazo también invisible pero cierto, los hombres de Olivenza y Loura, de Ciudad Rodrigo, de las campañas con Francia, en Navarra y Cataluña. Y la inscripción señera de Bailén en su estandarte. Y las cargas en Tribaldos y en Uclés, y en Santa Cruz de Mudela y en Baza, y en Villar de los Navarros, salvando aquí con su sacrificio los infantes cercados.

Frente a este brevísimo apunte histórico, la Medalla de Oro de la ciudad, cifra y compendio de la historia de Burgos. Un Burgos de misión sublime en la reconquista, un Burgos, un Condado independiente de Castilla, siempre fiel a su propio destino histórico de fusionador de pueblos, que no opresor de ninguno, un Burgos que supo impulsar el triunfo castellano de unificación de España, en un sentido de entrega más que de conquista, un Burgos, una Castilla que, al dar vuelo a su dinámica unificadora, lo hacía en definitiva en beneficio de las propias tierras atraídas.

Basta para comprender a Burgos, escribía en 1871 el capitán de Lanceros del España, Don Antonio Buitrago y Romero, con palabras, por cierto laureadas con el premio de su Majestad el Rey Don Alfonso XII, contemplar sus monumentos y recordar su origen, que ellos, y a la vista su campiña, nos harán forman su historia. Las huelgas, el Hospital del Rey, la Catedral… con la historia de sus monarcas, el Arco de Santamaría evocando el sublime suceso de los Jueces de Castilla y el Fuero Viejo…, la Cartuja, con la huella de los Reyes Católicos, el castillo, ruina gloriosa, antiguo alcázar, recordando los títulos de Cámara Real y de Cabeza de Castilla.

Si esto significa su Medalla, si este es Burgos, no se puede dudar del sentido reverencial con que acceden al honor los Regimientos.

La corporación municipal, y pueblo entero de Burgos, nuestro pueblo, cuentan para siempre con el agradecimiento de quienes al servicio de Burgos, que es decir al servicio de España, están dispuestos a darlo todo.

Gracias, también a la representación del Ayuntamiento de Irún, que presidida por su alcalde y portador de su bandera, ennobleció ayer la sala de honor del Regimiento San Marcial con el escudo de la villa del Alardo. Un nuevo eslabón en la cadena de nuestros afectos que unen el Regimiento con el de “Irún” de San Marcial, allí donde el Cuerpo ganará su actual nombre, luego de cubrirse de gloria en las laderas del monte, en batalla decisiva para el fin de la invasión.

Frente a los desmitificadores de oficio, frente a los dialécticos iconoclastas de hogaño, como los llamara un ilustre paisano nuestro, José María Alfaro, se alzan, por fortuna, nobles actitudes como las vuestras, corporaciones y pueblos de Burgos y de Irún, que dan vida a una comunicación de pueblo y Ejército, tan sensibles al espíritu de iniciativas generales.

Y a Vos, Señor, el rendido tributo de nuestra lealtad y nuestro agradecimiento y de nuestra unidad, sin problemas de grupos informales que puedan inquietar el desarrollo hogareño y armónico de nuestros cuadros.

Los herederos de los “Voluntarios de la Corona”, los herederos de los Lanceros de Borbón, nos sentimos, por ello, doblemente vinculados a la monarquía y a vuestra real familia. Quisiera reflejaros, señor, porque sé que en ellos encontrareis agrado, el alegre esfuerzo de nuestros soldados, nuestros magníficos señores soldados al ayudarnos a las cuadros de mando, oficiales y suboficiales, a poner estos cuarteles en revista, a completar su preparación de campaña para presentar los Regimientos a su Rey, un esfuerzo alegre y generoso, sin plazo para el descanso y en puja de iniciativas para disponer cada rincón y ajustar cada movimiento de combate.

Llevad, Señor, nuestra adhesión y respeto a su Majestad la reina. Decidle, Majestad, que también a nosotros nos alcanzan el orgullo de tener una Reina, una Reina de España cautivadora de todos los corazones en su afabilidad elegante. Perdonad, Señor, si en rozamos la rígida interpretación del protocolo, pero podríais también llevar, Señor, nuestro sentimiento cariñoso de soldado al príncipe Felipe, a nuestras princesas Elena y Cristina. Perdonad, Señor, porque a ello nos sentimos alentados por esa imagen inimitable de familia entrañable y española, a la que nos había acostumbrado.

¡Soldados! por Burgos y por su Pueblo, por la Patria y por su Ejército, por su Majestad, la Reina ¡viva España! ¡viva el Rey!

Un estentóreo ¡viva! De toda la formación militar subrayo la alocución del coronel Vicente Izquierdo.