lunes, 26 de octubre de 2015

Guia general de Burgos 1876

Edificios militares de Burgos.

Cuartel de infantería.—Al final de la calle de Vitoria, ó sea en la carretera de Francia, se encuentra éste, que fue fundado el año 1766. Tiene capacidad para 1.097 hombres y una caballeriza para los caballos de los jefes.

Cuartel de caballería.—Se halla también en la calle de Vitoria, a la entrada de la misma, y se construyó en 1790. En el año 1830 sufrió un grande incendio que en pocos minutos aniquiló enteramente toda su techumbre, habiendo sido reedificado al siguiente de 1831 con bastantes ventajas. Tiene capacidad para 1.002 hombres y 532 caballos.

Cuartel de San Pablo.— Este edificio está en construcción, con destino al arma de caballería, y tiene actualmente, en la parte construida, capacidad para 240 hombres y 196 caballos.

Cuartel de San Francisco.—Se halla en la calle de San Francisco y sirve actualmente para factoría de provisiones y utensilios a cargo de la Administración Militar.

Cuartel de la Concepción.—Este edificio se encuentra en la carretera de Madrid, y es el antiguo Hospital del mismo nombre, que está en litigio su pertenencia, pero provisionalmente esta destinado a cuartel.

Hospital Militar.—Véase la Sección de Beneficencia y Sanidad.
Hospital militar. — Está establecido en el antiguo convento de religiosos de la Merced, desde el año de 1846. Aunque ha tenido mayor número de enfermos, los que pueden estar con comodidad son unos 160, y los que tiene comúnmente son unos 100. Consta de ocho salas y otras dos para presos y oficiales. El precio a que sale cada estancia es 1,30 pesetas.
Personal : Director del Hospital, Subinspector de primera clase graduado, D. Eduardo Luis Calleja.
Médico mayor interino, Id. id. supernumerario, D. Florentino Diez Revis.
Médico mayor, Subinspector de primera supernumerario, don Agustín Casado.
Médico mayor supernumerario, Subinspector de segunda graduado , D. Luis Ons y Miralvell.
Farmacéutico mayor, Subinspector de segunda graduado, don Esteban Herrera.
Sub-ayudante de tercera clase, D. Antonio Bueno.
Capellán, D. José Picó y Salvia.
Pagador, Oficial segundo de Administración militar, D. Tiburcio Gª Rojo.
Auxiliar del oficial pagador, D. Venancio Casado.
Once enfermeros, una brigada sanitaria compuesta de un sargento, dos cabos y ocho sanitarios; despensero, ayudante de despensa, cocinero, ayudante de cocina, aguador y portero.

San Ildefonso.—Véase Parque de Artillería.

Castillo.—Existen en él dos pequeños cuarteles, dos almacenes de pólvora, y pabellones para el Gobernador y Ayudante del castillo.— Véase Sección Monumental histórico-artística.

Cuartel de la Guardia Civil. — Está situado en la calle de la Concepción, en una casa particular alquilada para dicho objeto.

Cuartel de Milicias.—Está en la calle de Avellanos, ocupado, como hemos dicho anteriormente, por el Gobierno Militar y la Dirección Subinspeccion de Ingenieros.

Polvorín de Rebolleda.—Situado al S. O. de la ciudad, a proporcionada distancia y con su correspondiente pararrayos.


Guía General de Burgos
D. Antonio Buitrago y Romero, Oficial del Arma de Caballería
Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cª
Madrid, 1876
pag. 425-426

viernes, 23 de octubre de 2015

Articulo sobre la Academia de Ingenieros en 1986.

Academia de Ingenieros, Sección de formación de Oficiales.
Revista Ejercito nº552, Enero 1986
PEDRO SARRAIS HERNANDEZ Profesor Teniente Coronel de Ingenieros

Vista General: Este es el edificio, que fue sede de la Academia de Ingenieros durante veinte años; es decir. desde el 19 de noviembre de 1954 hasta el 4 de julio de 1974. y que hoy alberga a la 3ª Sección. Formación de Oficiales.

1. GENERALIDADES
Situada en la ciudad de Burgos, «Cabeza de Castilla», es la continuadora directa de la Academia de Ingenieros del Ejército, creada por Orden de 3 de noviembre de 1939 e instalada provisionalmente en el Convento de la Merced  en el centro de la población, hasta que pasó a ubicarse el 19 de noviembre de 1954 en las actuales dependencias, cuyo edificio principal esta coronado por el heráldico castillo, emblema del Arma, ceñido por dos ramas cruzadas de laurel y roble, símbolo de gloria y fortaleza.
Desde el 4 de julio de 1974 en que se crea la Academia de Ingenieros, fusionando la Escuela de Aplicación y la Academia con ubicación en Madrid, permanece en Burgos la 3ª Sección, donde los futuros oficiales del Arma reciben los conocimientos necesarios para poder realizar su difícil cometido, tanto en época de paz como de guerra.

Burgos, ciudad milenaria, honra de España. fortaleza real y espiritual, que lleva en su médula los ideales castrenses, cuyo pueblo vive en perfecta simbiosis con el Ejército, y poblada de monumentos primorosos, bibliotecas, salas de arte, rodeada de terrenos llanos y quebrados con colinas y sierras pronunciadas, cubiertas de nieve varias veces al año y cercada por ríos caudalosos, contribuye a ser la «cuna», más apropiada para lograr la perfecta formación técnica, moral, física y humanística que los oficiales del Arma requieren.
El acuartelamiento ocupa una superficie de sesenta mil metros cuadrados, de los que la quinta parte están edificados y el resto son calzadas, zonas verdes y deportivas.
El edificio principal de la Sección, que engloba el tradicional patio de armas, da cabida a todo lo relacionado más directamente con la enseñanza, dirección, profesorado, alumnos, clases, etcétera.
La distribución de los servicios en las distintas plantas, está de acuerdo con las normas establecidas al efecto; así en la planta baja se encuentran: cocinas, bares, comedores, salón de actos, sala de retratos, biblioteca, gimnasio, capilla, etc; y en la primera y segunda, despachos, oficinas, gabinetes, clases y camaretas de alumnos. Adosado lleva el acuartelamiento de la Unidad de Tropa. totalmente aislado del anterior, que está dotado de todos los servicios necesarios.
Otros servicios secundarios e independientes están ocupados por los distintos parques y garaje.
La zona ajardinada con una superficie aproximada de diez mil metros cuadrados. constituye una extraordinaria ornamentación, además de contribuir a ocultar una gran parte de la zona de edificios de la vista de los viandantes.

2. ORGANIZACIÓN
En  el Centro se imparten los cursos de formación de oficiales, tenientes de la Escala Activa y Escala Especial de Mando.
La Sección, al mando de un coronel, auxiliado por una Secretaría, Junta Administrativa y Junta Facultativa, se articula para el cumplimiento de su misión en dos grupos de Unidades, uno formado por los que podemos denominar «operativas», encargados de cumplir directamente la misión asignada, y otro formado por los de apoyo o sostén de los anteriores.

2.1. Unidades Operativas
Secretaría de Estudios
Puede considerarse como la fundamental. Está al mando de un teniente coronel y «dirige la formación de los alumnos y la actuación de los profesores, mediante la planificación, organización. puesta  en acción, coordinación y control del desarrollo de los cursos».
El conjunto de la Enseñanza, se compone de una serie de materias agrupadas de la forma siguiente:

Grupo 1. CAPACITACIÓN MILITAR
Moral y Ética Militar:
Orden cerrado; Tiro; Táctica y Logística; Régimen Interior; Dibujo; Fotointerpretación.

Grupo II. PREPARACIÓN CIENTÍFICA Y TÉCNICA
Conocimientos Científicos Básicos:
Zapadores: Métodos Constructivos; Ingeniería de Suelos; Ferrocarriles; Hidráulica y Oleoductos; Ingeniería Sanitaria; Material de Zapadores.
Transmisiones: Electrónica; Ingeniería de la Telecomunicación; Propagación y Enlace; Alumbrado y Redes; Material de Transmisiones.

GRUPO III, PREPARACIÓN HUMANÍSTICA
Conocimientos sobre la Estructura y Realidad Social y Económica; Historia del Arma; Metodología del Mando e Instrucción; Idiomas; Deontología Militar; Religión; Higiene; Bromatología.

GRUPO IV, EDUCACIÓN FÍSICA
Aptitud física para dirigir el combate de sus unidades en cualquier circunstancia.
La variación de las especialidades obliga a que los alumnos se encuadren en distintos tipos de Compañías básicas, según la práctica a realizar: Fortificación, Zapadores, Máquinas, Puentes, Explosivos, Táctica y Transmisiones.
El profesorado se asigna a los distintos Grupos y Compañías de acuerdo con sus aptitudes.
Como órganos propios de «Staff», cuenta con sus propias Secretaría, Armamento, Internado y Biblioteca.

JEFATURA DE PARQUES Y TALLERES
Tiene la misión de mantener en perfectas condiciones de utilización el material necesario para las prácticas de los alumnos y ponerlo a su disposición. Está dirigido por un Teniente Coronel, auxiliado por una Secretaría, y tiene bajo su dependencia los Parques de Zapadores, Puentes, Transmisiones y Sección de Automóviles, cada uno a cargo de un capitán profesor.
La diversidad y complejidad de los materiales requieren la presencia en los distintos Parques de los correspondientes especialistas.

AYUDANTÍA
Que además de cumplir las funciones impuestas en el Régimen Interior, tiene como dependencia básica la Unidad de Tropa. tipo Compañía. organizada en tres Secciones:
- Seguridad: Encargada de mantener la vigilancia y seguridad del acuartelamiento.
- Parque  y Talleres: Que sirve las necesidades de su propio personal.
- Servicios: Que agrupa la Tropa destinada a cubrir los diversos  y variados servicios del Centro.

2.2. Unidades de Apoyo
Apoyo al Personal
Entre los que figuran la Habilitación y los Servicio Religioso, Médico y Veterinario.
Obras
Encargada del mantenimiento de edificios y servicios de distribución de agua, calefacción y electricidad.

3. Los Medios de Enseñanza
Muchos son los medios que se necesitan para adecuar la enseñanza a las exigencias actuales.
La Sección cuenta con Gabinetes de Ferrocarriles, Explosivos. Fortificación, Puentes. Suelos y Electrónica donde los alumnos realizan parte de sus prácticas que posteriormente llevan a cabo en la realidad en las Escuelas Prácticas de Zapadores y Transmisiones, efectuadas en los diversos Regimientos del Arma.
Grandes esfuerzos se están realizando por la superioridad para poner a disposición del Centro medios técnicos, para mejorar sus gabinetes, especialmente en lo relativo a los de Electrónica y Suelos, habiéndose iniciado también, el camino de la Informática

Recientemente se ha montado un circuito interior de vídeo para facilitar la enseñanza tanto desde el punto de vista que le permitirá corregir errores en la forma de exponer los temas, como a los alumnos en sus exposiciones, a la vez que ofrece la posibilidad de fraccionar la sección en pequeños grupos que dirigidos por un profesor pueden seguir independientemente y con mayor aprovechamiento las comunes exposiciones sobre el mismo tema.

PEDRO SARRAIS HERNANDEZ. Teniente Coronel de Ingenieros, jefe del Grupo de Empleo y Mantenimiento del Material. Ha realizado el curso Informativo sobre protección ABQ y el de Especialista en Logística.

Sala de Banderas: En ella se guardan tres de las Banderas más representativas del Arma. En primer lugar, la de la Sección, que fue regalada a la Academia de Ingenieros, en función solemne, por la Cámara de Comercio e Industria de Burgos, el 12 de marzo de 1939, siendo su madrina la excelentísima señora marquesa de Dávila. esposa del ministro del Ejército. La del Batallón de zapadores 250 (División Azul), por un lado, de color morado, y por el otro, Rojo y Gualdo, y, finalmente, la Bandera morada de la antigua Academia de Guadalajara.

Salón de Retratos: Contiguo al Salón de Actos, en él están reproducidas tas figuras más relevantes del ARMA. El fundador, Próspero de Verboom, pasando por José de Urrutia, ingeniero general, que marcó un hito, al crear, en 1803, la Ordenanza, la Academia y el Regimiento. También se encuentran, Blake, fundador del Estado Mayor; Vives, el creador de la Aviación Española; Kindelán, Zarco del Valle, San Genis, Vigón, Arenas, Sevillano, y muchos más que tantos días de gloria dieron a los ingenieros militares. Preside el Salón una perfecta reproducción de la imposición, por la reina Isabel II, de las corbatas de San Fernando al Regimiento de Ingenieros, realizada por el prestigioso pintor burgalés Román García.

Salón de Actos: Presidido por un retrato de SSMM. los Reyes y adornado con bellas vidrieras. representativas de los uniformes del Arma al correr de los tiempos, sirve de lugar de reunión para todo tipo de actos sociales académicos.

Capilla: Su altar de madera está presidido por un gran crucifijo, a cuya izquierda se halla una estatua del Santo Patrón. En ella, se encuentra una magistral reproducción del cuadro «La muerte de San Femando», de la mano del pintor Román García.

Pasillo del Salón de Actos: Adornado por el mismo , tipo de lámparas que el salón. Paso obligado para llegar a él, a la capilla y al gimnasio. De sus paredes, cuelgan los reposteros de los regimientos y unidades del Arma.

Pasillo de Armamento: En él se expone una serie de armamento antiguo, como ametralladoras, morteros y fusiles de diversas procedencias y nacionalidades. Está situado en la primera planta, y es paso obligado de las camaretas a las clases.

Sala de Conferencias: Con una capacidad para cerca de cien personas, cubre perfectamente las necesidades de la Sección.

Sala de Oficiales: Lugar de descanso del profesorado y oficiales.

Comedor de Alumnos: La actual 3ª Sección, ha sufrido una serie de modificaciones en varias de sus dependencias con motivo de la fusión del año 1974. En la foto, el comedor de alumnos, totalmente nuevo.

Gimnasio: Totalmente nuevo, ayuda al mantenimiento físico de profesores y alumnos, según horario establecido, para unos y otros.

El Cuartel General de Franco en Burgos

El Cuartel General de Franco en Burgos
Revista Ejercito nº246, julio 1960
José María GÁRATE CÓRDOBA, Comandante de Infantería del Regimiento de San Marcial n.º7.

Todos los años hace el Caudillo en Burgos un alto de jornada. Suele ser uno de esos días en marcados por dos santos españoles como Santiago y San Ignacio. En la mejor semana del verano burgalés. La única, en un dicho popular muy pesimista.
Su entrada es por el puente de San Pablo—vía cidiana que flanquean los bultos del Poema— junto a la glera del Arlanzón, donde acampó el desterrado. Frente a su estatua. Sigue, luego por el paseo provinciano, que la guerra dio renombre nacional. El Espolón. Allí, entre el festivo flamear de gallardetes y banderolas, por encima del clamor del homenaje, se enciende una corriente íntima y confiada, que vibra con la presencia personal de Franco cuando mira y sonríe a cada uno, porque parece que recuerda a todos.
Allí resucita la emoción que para él y para los presentes tuvieron los azarosos días del Alzamiento Nacional. En el mismo lugar, veintitrés años antes, la presencia de un héroe se denotaba por un rumor creciente y una salva de aplausos que corría en traca. Un día era Mola, con la leica al pecho, recién aterrizado en Gamonal, adonde Dios no quiso que llegase Sanjurjo. Otro, el mismo General Franco, con su sonriente juventud, su airoso gorrillo y su elasticidad legionaria.
Se localizaba en el Casino a Moscardó con la barba heroica, acabado de liberar en el Alcázar. Y arengaba a los provisionales, Millán Astray, figura impresionante, casi personaje de Solana, manco y tuerto como Nelson, pero además recosido de cicatrices.


Todo evoca aquel tiempo. El palacio de Capitanía recuerda en su lápida el primero de octubre en que Franco aceptó la gloriosa servidumbre del Poder, La catedral conserva el rumor de sus acciones de gracias, de las honras fúnebres por Calvo Sotelo y Sanjurjo, por Mola y José Antonio.
Pero, sobre todo, el palacio de la Isla, ante el cual la multitud admira esa corrección de cadete con que Franco saluda a la bandera, la viveza de su mirada, detenida un instante en cada una de las doscientas personas que le estrechan la mano, la atención con que escucha a sus interlocutores, su flexibilidad de movimientos.
Este palacio de la Isla fue eje de la vida nacional durante la época más importante de los últimos tiempos. Hubo ahí planes de campaña, Consejos de Ministros, recepción de Embajadores y hasta vistosos relevos de la guardia. En su balcón-rotonda resonaron muchas palabras de Franco, improvisadas ante la demanda de la muchedumbre, incansable en el vítor hasta gozar de su presencia  y de su voz. La voz que anunciaba la liberación de Covadonga, la reconquista de Teruel, la victoria del Ebro. Palabras de aliento y esperanza, a veces de consuelo para quienes la guerra hacía vestir luto; de fe en España siempre, fe soñada primero y esmaltada después de éxitos, que eslabonaron la historia del paraje.

La umbrosa mansión de los Muguiro, que la ciudad adquirió para ofrendarla al más ilustre huésped, brinda cada verano al Caudillo unas horas de descanso y un motivo de recuerdos, serenados ya en la lejanía del tiempo. Porque rara será la visita en que Franco no dedique un espacio a la lectura en su antiguo despacho, generosamente amueblado por caballeros burgaleses del treinta y seis.
En él todo está como entonces. Sobre su mesa, la de los acuciantes partes y telegramas, el teléfono permanece intacto desde su última llamada. En medio hay otra mesa mayor, desnuda y sobria, alrededor de la que alternaron reuniones del Cuartel General y los Ministros. Enfrente, sobre el caballete, un recuerdo imborrable, el más emocionante. Transparentando un mapa del Centro y Este de España, se ve un superponible con la última situación de la Campaña Nacional.
Aquéllos son los trazos, firmes y rápidos, con que la mano de Franco trazó en lápiz azul zonas de acción, direcciones de ataque, flechas de penetración y despliegues finales. Todo lo que en la última ofensiva se reprodujo exactamente en la tierra reconquistada. Junto a la entrada, en una estantería, se alinean obras clásicas españolas y colecciones de revistas.
Más de una vez, ocupando el Caudillo su histórico sillón, con un libro en la mano, levantará la vista para fijarla en el plano y en la mesa grande. Entonces, le acudirá el recuerdo de aquel frente de guerra que iba reduciendo mientras creaba una difícil construcción de paz.


Desde la madrugada de aquel 19 de julio que resonó en las naves de la catedral una salve cantada con acentos bélicos, ansiaba Burgos conocer a Franco. Esta ansiedad era un motivo más para el delirio de entusiasmo del primero de octubre. Resultaba imposible conseguir el silencio de la multitud que, rebasando la plaza de Alonso Martínez, llenaba la amplia calle de Laín Calvo y otras adyacentes. El momento en que el nuevo Jefe del Estado anunció desde el balcón principal de Capitanía la aceptación del compromiso, sigue siendo muestra y símbolo del ardor popular de la Cruzada. Luego, mientras en Burgos se improvisaba lo mismo un Alférez provisional que un Ministerio—en frase de Lojendio—, y se daba estructura a la Junta de Defensa, más tarde Junta Técnica, Franco fue a Salamanca, centro estratégico de entonces, y fijó su residencia y su Cuartel General en el palacio del prelado salmantino.
Pero la estabilización del frente de Madrid hizo preciso disponerse para la guerra larga, creando nuevos organismos. La ciudad de Salamanca y el mismo palacio arzobispal adquirieron con  ello una densidad humana y una complejidad burocrática que se hacía asfixiante para el aislamiento que el trabajo del Generalísimo requería. La ofensiva de Santander plasmó la solución definitiva; casi accidentalmente, porque como Franco seguía las incidencias del frente activo desde ciudades próximas, dejó en Salamanca un Cuartel General de campaña y se trasladó a Burgos con su familia y su Plana Mayor.

La fecha de aquel viaje no quedó registrada por prudente reserva militar. Pero estaban ya tensas las flechas sobre la capital de la «costa esmeralda». Debió ser el 10 de agosto de 1937, día de San Lorenzo, cuando Franco se instaló en el palacete que asoma entre la espesa fronda por encima de la puerta exterior, numerada con el 37, en el paseo de la Isla. Era, y sigue siendo un castillete de tres plantas, con rojas torres rematando la silueta, a cuya rotonda de doble escalinata se entra por un jardín sencillo y sombreado. Detrás, se extiende una hermosa huerta de frutales. En su interior se acondicionaron, en la planta baja, vestíbulo, comedor para doce personas y salón; arriba, los dormitorios y otras de pendencias.
A partir de entonces, Burgos, que ya era sede del incipiente Gobierno de la Junta Técnica, remató su capitalidad con el doble carácter que la presencia de Franco representaba. El recoleto palacio de la Isla, además de ser «Residencia» en términos telegráficos oficiales era también «Terminus», contraseña del Puesto de Mando avanzado que allí se establecía. Este puesto de mando lo integraba el grupo que le rodeó hasta el fin de la guerra y le acompañó en todos sus desplazamientos. Eran el Coronel Franco Salgado; los Tenientes Coroneles Barroso, Jefe de la Sección de Operaciones, y Fusset; los Comandantes Medrano, del Estado Mayor, y Juste, Agregado aéreo; el doctor Cuervo; los ayudantes de campo; el padre Bulart. capellán, y el cronista oficial Ruiz Albéniz, más conocido por «El Tebib Arrumi» El equipo de trabajo era muy reducido: algún oficial de secretaría, dos delineante-cartógrafos y un escribiente. Completaban el personal las Unidades de escolta, con los Capitanes Cano y Torres y la policía de! comisario Arias.

Franco había residido algunos días en el palacio de la Diputación. Pero éste de la Isla fué su hogar, donde transcurrió, dos años largos, la vida, de su familia. La suya casi no, porque fué prolongada su permanencia en los puestos de mando de campaña y eran muy frecuentes sus salidas al frente, aun cuando «Términus» estuviese oficialmente en Burgos. En realidad podía dedicar poco tiempo al hogar, su actividad y su mente estaban demasiado absortas en las cosas de la guerra y el gobierno.
Finalizaba el año 1937, días de Teruel, cuando se incorporaban desde Salamanca las Secciones de Estado Mayor, que se instalaron muy cerca de Palacio, en el colegio de «Las Francesas», religiosas Damas Negras, sustituidas entonces por las españolas de Jesús y María. En aquel edificio las tareas bélicas se armonizaban con cantos y algazaras infantiles. Los serios militares y las alegres colegialas coincidían en la misa de domingo.

Concluía enero, cuando el palacio de la Isla se animó con los Consejos de Ministros del Gobierno recién constituido y la ciudad con la afluencia de personal administrativo que ello traía consigo. Liquidado ya el frente Norte y en pleno desarrollo la campaña de Teruel, Franco buscó un nuevo emplazamiento a su Puesto de Mando, más próximo a la zona de operaciones. El 9 de marzo estaba en el castillo de Pedrola a 32 Km. de Zaragoza. Ya de nuevo en Burgos, la reacción roja del Ebro -otro día de Santiago— le inspiró la batalla definitiva, para lo cual se desplazó con «Términus» a Alcañiz. El terreno era árido y el calor asfixiante, aquel verano y otoño de 1938. El Generalísimo revivía en su tienda de campaña, en el paisaje, el clima y el ambiente sus mocedades africanas. Tras la victoria la fría calma del diciembre burgalés fue propicia para preparar la ofensiva sobre Cataluña, que, iniciada en Nochebuena, dirigió Franco desde la Torre de Raymat, hasta que el desfile triunfal por la diagonal de Barcelona le dió una prueba de la sazón del Ejército y del agradecido entusiasmo del pueblo catalán.

La población de Burgos crecía diariamente con la llegada de refugiados. La vida oficial aumentaba con la puesta en marcha de nuevos organismos y el aumento de actividad que daba a todos la liberación de amplias regiones. Al Cuartel General llegaba cada noche un motorista con un sobre lacrado conteniendo las notas e instrucciones de Franco al General Martín Moreno. Era el origen de los nuevos trabajos. Pero lo que más bullía en la ciudad era la actividad política y diplomática, que a veces trascendía a todo el pueblo, como la visita de Petain, la presentación de credenciales o las derivaciones de las tertulias oficiosas en el Condestable.

A fines de febrero ya estaba Franco en Burgos. Se preparaba con el mayor cuidado la ofensiva general, y en el Colegio de las Francesas había una actividad constante a las órdenes del General Vigón. Cuando todo estaba a punto, aterrizaron en Gamonal los representantes del llamado Comité de Defensa de Madrid pretendiendo parar lo inevitable con el cambalache de una «paz honrosa» para ellos. Todo fue rápido. Apenas se estrenó el nuevo emplazamiento de «Términus» en «El Cristo», entre Oropesa y Arenas de San Pedro. Cinco días después de romperse los frentes, salía del despacho del Caudillo en la Isla, el Comandante Martínez Maza, con una cuartilla, escrita y firmada a lápiz, que Franco le acababa de entregar. Por primera vez no se hablaba allí de combates ni de frentes. Propiamente, aquellas cuatro líneas del texto, más que un parte de guerra eran un mensaje de paz, dato fiel para la Historia, primer documento de una nueva era española.
Cuando el emocionado ayudante de campo llegó con su cuartilla al Cuartel General, resonaban en Burgos, lentas, solemnes, como siempre, ocho campanadas del reloj de la Catedral. Era la noche del primero de abril de 1939. Día de la Victoria. Burgos.


En el Ayuntamiento de Burgos se archiva un expediente que entre la prosa numérica de sus datos contiene expresiones muy vivas del espíritu de entonces. El lector joven, que sólo tiene de la época referencias históricas, puede captar muy bien el pálpito emocional que hay entre los trámites administrativos.
El primer documento está fechado en 5 de junio de 1939. «Año de la Victoria», se aclara a las generaciones venideras. Se titula: «Propuesta del Alcalde de Burgos, don Manuel de la Cuesta, para la compra conjunta por el Ayuntamiento y la Diputación del palacio de la avenida de la Isla, número 37, desde el que el Generalísimo Franco dirigió el Alzamiento Nacional.» La exposición de motivos es un verdadero laude al Alzamiento, al Caudillo y al palacio, sede de ambos, «pues las victorias de la guerra y de la paz se lograron a la sombra de las airosas torres de ese albergue».

Luego, elegantemente, se apoyan en una vieja anécdota burgalesa los motivos de la ofrenda: «Cuando el Condestable de los reinos de Castilla, Toledo, León y Galicia, regresó de victoriosas campañas, dicen las crónicas que se le ofreció como regalo, capilla donde orar, palacio donde morar y quinta donde holgar. Por eso es razón ofrecer ahora a Franco mansión, jardines y oratorio.»
Dos días después, el Ayuntamiento aprobaba la propuesta por aclamación. Al dar fe de ello, el Secretario se hacía eco del sentir general para explicar tal gesto, porque «no eran momentos de pronunciar palabras, pues éstas serían pálidas ante la realidad». La Diputación aceptó como un honor su parte, considerando que «las miradas de toda España fueron a converger en la finca donde Franco fijó su residencia» y rubricó con un triple vítor la aceptación de la propuesta. Unida también al expediente hay una carta de la marquesa de Mugiro en la que, el 27 de mayo, accedía a la adquisición que se le había propuesto, aclarando con noble desprendimiento y una inefable sencillez de estilo: «como el palacio no estaba en venta, que fijen libremente el precio, pues, tratándose de quien se trata, es asunto en el que todos debemos quedar contentos».

La historia del palacio de la Isla como residencia oficial se cerraba en la despedida del Caudillo a la ciudad, representada por todas las autoridades en la audiencia extraordinaria del 18 de octubre de 1939. Estaba en su despacho, acompañado del Jefe de su Casa Militar, el laureado General Moscardó, cuando dijo, poco antes de salir hacia El Pardo: «Vinimos a Burgos en los momentos de mayor peligro para la Patria. He pasado en este despacho los días más difíciles y decisivos de la Historia de España. Vinimos para enderezar y dirigir desde aquí la guerra en el norte, en levante y en el sur, y aunque encerrado siempre en este palacio y absorbido por los apremios de la campaña, no he podido disfrutar dé las delicias de vuestra ciudad, he apreciado en todo momento el cariño del noble pueblo burgalés, del que marcho altamente agradecido.
«Aquí os dejo, para que lo conservéis, el plano de las operaciones en su última fase, donde se refleja cómo se encontraba España y los frentes cuando íbamos a iniciar la última ofensiva. Sobre él trabajé durante muchas horas en vigilia y tensión constantes, por la salvación y engrandecimiento de España.»

Cuando el último día de San Ignacio, exactamente a los veintitrés años de su aterrizaje en Gamonal, posó de nuevo Franco en su antiguo palacio, tuvo la deferencia de permitir que un portavoz de la Prensa burgalesa perpetuase, súbitamente despertada, la impresión viva del Caudillo ante sus recuerdos, reviviendo en el marco de antaño un momento histórico de la Cruzada Nacional. Franco, yendo al piano, señaló en él la situación de la batalla del Ebro, mientras el periodista observaba en sus ojos un relámpago de emoción. La emoción que ocultó los novecientos noventa días de campaña. Luego, sobre su mesa, todo cómo entonces, aún hubo de firmar documentos de Estado.

Burgos, Dia de las Fuerzas Armadas 1983

Burgos, Dia de las Fuerzas Armadas


Pronto hará mil cien años que el rey don Alfonso III de León encargó al conde Diego Rodríguez, conocido por Diego Porcelos, la fundación de un “burgo murado”, a orillas del río Arlanzón, para contener el avance musulmán. De este modo surgió en el norte de la meseta una nueva ciudad, mirando al anchuroso Sur, a esa Castilla que, entre dolores de parto, comenzaba a nacer para la gran Historia.
Este Burgos es, sin embargo, algo más que una fecha memorable y multisecular: es Fernán González, Laín Calvo, Pero Ansúrez, Nuño Rasura, Martín Antolínez, Rancón Bonifaz, leyenda épica del albor de España. Este Burgos es, ayer, ahora y siempre, Rodrigo Díaz de Vivar, ese “milagro de los grandes milagros del Creador”, caballero en su Babieca para la eternidad, flotando su capa al aire frío seco de su Castilla, conquistador de reinos y hombres para la dignidad la justicia.
Este Burgos, ley y espada, sobrio y firme en la lealtad, ha sido este año de 1983 escenario principal de los actos y ceremonias de la Semana de las Fuerzas Armadas, organizada por una Capitanía General cuya sede en la ciudad es, como tantas otras cosas, fruto del esfuerzo y del tesón seculares de los burgaleses. No podía hallarse para este fin ciudad más noble y más noble pueblo; no podía tener Burgos mejor celebración de sus once siglos de existencia que este abrazo con las Fuerzas Armadas que, por ser de España, son entrañablemente suyas.

El convento de las Bernardas es la sede de la exposición del Ejército de Tierra. Allí se exhibían muestras de armas, uniformes, cartografía, miniaturas militares ,cuadros, tapices y objetos de arte. En la foto, maniquíes vistiendo uniformes de los ejércitos de España pertenecientes a distintas épocas de nuestra historia.

Así lo han sentido y lo han vivido estos días los burgaleses de toda condición; el ambiente en las calles era de una animación difícil de describir. Interminables colas para visitar las exposiciones de los Ejércitos de Tierra. Mar y Aire; continuas multitudes en el recinto de la exposición estática de material, en donde era difícil dar un paso.
La ciudad se ha sumado entera, sin fisuras, a la fraternidad con sus soldados; no han faltados los toros, ni el fútbol de calidad en el homenaje; el comercio cerró sus puertas para recibir, el pueblo en masa, a sus Majestades los Reyes, al Príncipe y las Infantas en un sábado lleno de sol y de fervor patriótico.
El sábado por la mañana, el pueblo de Burgos se dio cita en la Plaza Mayor para recibir a los Reyes, el Príncipe y las Infantas. Alrededor de la estatua de Carlos III, miles de burgaleses se apiñaron para vitorear a España y a los Monarcas, en una ciudad que tiene los títulos de Cámara Regia y Cabeza de Castilla.

Este Burgos, Cámara Regia y Cabeza de Castilla, primera ciudad histórica de la nueva Europa surgida de las cenizas del Imperio Romano, prodigio pétreo hecho realidad en las agujas únicas de su joya catedralicia, lugar de nobles gentes, ha estado de fiesta. Fiesta genuina, nacida en e1 más hondo sentimiento de su pueblo; en las lágrimas  de muchos rostros curtidos que escuchaban de labios de su rey, el reconocimiento a su fidelidad. Fiesta de vasallos amantes y amados de su señor, prestos a luchar y a morir por su dama, una Patria de la que nunca abjuraron, una Patria a la que ahora llaman por su nombre, sin eufemismos ni concesiones.
Pocas veces se han dado en una ciudad testimonios tan variados y elocuentes de integración Pueblo-Ejército, abrazo patente en el monumento que, dedicado a las Fuerzas Armadas, simboliza lo que éstas representan y garantizan para todos: Paz, Justicia y Libertad. No se sabía estos días en Burgos, quién era pueblo y quién era ejército: éramos todos uno en el entusiasmo. Ha sido emocionante este Burgos primaveral, sencillo solemne como todo lo grande, anfitrión de honor de unos días inolvidables.
Un teniente del Ejército de Tierra, acompañado por dos oficiales del Ejército, de la Armada y el Ejército del Aire, recibió de S. M. el Rey la gran enseña protagonista del acto de homenaje a la Bandera. El numerosísimo público existente siguió la ceremonia con gran emoción.

BURGOS ES UNA BANDERA
Así titulaba su crónica un periódico burgalés el sábado 28 de mayo; Burgos era una bandera porque todo él estaba cubierto de rojo y gualda. “Se trata de rendirles un homenaje y no vamos los burgaleses a defraudar a los colores sagrados”, continuaba la crónica. Por supuesto, no los defraudaron. Arreció la lluvia poco antes de la hora fijada para el Homenaje a la Bandera, y las calles y los puentes sobre el Arlanzón se llenaron de paraguas, pero los burgaleses no faltaron a su cita.
El acto, el momento de aparecer las banderas, es un instante singular. Callan las gentes, y las notas del Himno Nacional cargan de emoción los corazones. Se siente un escalofrío colectivo que se intensifica cuando es izada, lentamente, la enseña patria. Es como una oración. Este año, el acto de homenaje a los caídos se vio realzado por la presencia de una compañía de granaderos, un precioso recuerdo del pasado, un lujo que sólo ejércitos viejos gloriosos como el nuestro se pueden permitir. Hicieron los granaderos una descarga de honor con sus fusiles fabricados en Eibar por manos  artesanas, y la estatua del buen Carlos III que se encuentra en la Plaza Mayor de Burgos debió de suspirar complacida. La solemnidad de la vieja música, el desfile de estos soldados antiguos, fue el broche final de una tarde lluviosa y fría, pero ardiente y plena en el alma de los que presenciamos el Homenaje a la Bandera. Antes, los orfeones de Burgos, Miranda y Aranda de Duero habían llenado el aire con sus voces, cantando a Burgos, a Castilla, y a España; el amor se hizo canción bajo la gran enseña que parecía cobijarnos a todos.
Repasamos el Arlanzón por el Puente de San Pablo, sucesor de aquel pontón que levantara en IZUZ la Cofradía de los Trece Caballeros, costeando cada ojo del puente un cofrade; al final, sobre la multitud, la estatua del Cid, las barbas al viento y la espada señalando siempre hacia adelante; nunca más saldrá de Burgos, hacia el destierro, su espíritu.

La Bandera de España es izada en el mástil a los acordes del Himno Nacional.
Burgos vivió la intensidad del acto de homenaje a la Bandera, durante el cual los orfeones burgaleses entonaron el himno de Burgos en homenaje al símbolo sagrado de todos los españoles.

El domingo 29 de mayo desfilaron en Burgos dos COEs, las de Bilbao y Burgos, las dos unidades de este tipo con que cuenta la 6ª R. M. El paso de estos soldados entrenados para las misiones más difíciles, fue saludado con grandes muestras de afecto por el público asistente.

Las banderas y estandartes de las unidades a pie pasan ante la tribuna real, durante la gran parada militar con que culminaron los actos de la Semana de las Fuerzas Armadas. Ocho mil hombres pertenecientes a los tres Ejércitos se concentraron en Burgos para participar en el magno desfile ,broche de oro de unos días marcados por la fraternidad entre el pueblo y sus soldados.

La 6ª R. M. está guarnecida en gran parte por unidades de Montaña. Estas tropas, instruidas para soportar las duras condiciones de vida y combate que impone el terreno montañoso, tiene la misión de asegurar nuestras fronteras del Norte. En la foto, una Compañía de Cazadores a su paso ante S. M. el Rey


EL DESFILE
“Que no se nos diga que una parada militar no es más que un espectáculo vistoso, lleno de colorido y todo eso que se dice con más frecuencia de la deseada. Porque sí es eso, pero es mucho más. Para ver un espectáculo, al menos en esta tierra, no se van las gentes desde muy por la mañana para reservar sitio, ni se vienen masivamente de la provincia, ni se adornan multitudinariamente los balcones, ni se vuelca la ciudad hacia los visitantes. Un desfile es, ya decimos que eso, pero antes es el fervor popular por ver cómo pasa el pueblo, por verse a sí mismo el pueblo, por comprobar que, con cara joven, son ahora los que fuimos ayer”.
Esto lo leí el domingo por la mañana en Burgos, y me pareció que ninguna otra definición supera lo sucedido a las doce de ese día. Es difícil calcular la cantidad de personas que se habían dado cita, desde mucho antes de la hora del comienzo de la parada militar, en la calle Vitoria; allí había miles de castellanos, vascos, navarros, riojanos y cántabros, ocupando aceras y tapias, y hasta los árboles estaban cuajados de muchachos con banderas nacionales. El desfile era la culminación de una semana llena de acontecimientos castrenses, tanto en Burgos como en el resto de las comunidades territoriales que configuran la 6ª Región Militar —aunque no faltó el zarpazo salvaje del terrorismo— y esta culminación fue una verdadera apoteosis.

Vídeo Dia Fuerzas Armadas Burgos 1983

Desde muy temprano estaba abarrotada la calle Vitoria, profusamente engalanada, como el resto de la ciudad, de rojo y gualda. Llegaron a las doce los Reyes a la tribuna de honor y, tras pedir la venia real, comenzaron su paso las Unidades al mando del Capitán General de la Región. La enseñas nacionales, el Regimiento de la Guardia, Caballería, Infantería Acorazada y Mecanizada, Artillería, Ingenieros, Intendencia, Sanidad, Tropas de Montaña, Academias Militares..., el paso de todo era  jaleado por los burgaleses con entusiasmo. Desfilaba el pueblo armado, ante los ojos del pueblo.
Pero, este año, el protagonista ha sido la Guardia Civil. El paso de la Guardia Civil fue el delirio; millares de claveles rojos y amarillos fueron arrojados a sus pies, entre vítores y aplausos. El homenaje habrá llegado sin onda, hasta el cielo donde se hallan esos héroes caídos, de la forma más cruel, por todos nosotros. La gente les recordó con entusiasmo que nubló, bajo los tricornios y las boinas, los ojos de los guardias civiles.
Pasó, por último, la Legión, a su paso único, raudo y vibrante, entre la expectación y la admiración. Acabó el desfile, en el aire limpio de Burgos quedó el recuerdo de una Semana en que se renovó este abrazo pueblo-ejército que en estas benditas tierras pronto cumplirá sus primeros mil cien años.

A orillas del río Arlanzón en, una vasta explanada entre árboles, estaba montada la exposición estática de material, que fue visitada, a lo largo de la Semana de las Fuerzas Armadas, por decenas de miles de personas. Los niños, sobre todo, disfrutaron subiendo a los vehículos acorazados y poniendo en marcha las motocicletas todo terreno de la Guardia Civil.

En el corazón de Burgos, en la plaza de honda raigambre castellana, entre la casa de la Cultura, las Bernardas y la Magdalena, se encuentra la estatua ecuestre de Diego Porcelos, fundador de la ciudad. Numeroso público, jóvenes en su mayorla, se agolpa ante la puerta de la Casa de la Cultura, para asistir a las sesiones de cine militar.

Foto Fede, Memoria gráfica de Burgos Tomo III.

AMBu

Fuente monumental erigida como homenaje a las Fuerzas Armadas, obra de Juan de Avalos y Taborda en colaboración tanto en el concurso como en el proyecto de arquitectura con su hijo Juan Ávalos Carballo. Este mismo autor también tiene en la ciudad de Burgos, la estatua ecuestre del "Conde Diego Rodríguez Porcelos", fundador de la ciudad. Inaugurada con motivo de MC aniversario de la ciudad fue colocada en la plaza de San Juan, y desde 2011 en la Plaza de Santa Teresa.

Construcción monumento Fuerzas Armadas 1983, Plaza España - Video de Burgos Online TV




AMBu

Foto Fede - AMBu

Foto Fede - AMBu

Bibliografía: Marín Bello Crespo, Revista Ejército nº521, junio 1983


jueves, 22 de octubre de 2015

Consideraciones militares sobre Burgos en 1986

Revista Ejército nº555, Abril 1986
Consideraciones Militares sobre BURGOS CABECERA DE REGIÓN
FRANCISCO CASTRILLO MAZERES General de División

Como dice Amador de los Ríos, «Burgos es la ciudad de la Edad Media que más genuinamente personifica la Reconquista cristiana». En este hecho incuestionable, ha influido decisivamente su situación geográfica, que le concedió un gran valor ofensivo, capaz de lanzar hacia el Sur la energía foramontana y guerrera de cántabros, astures, godos, vascones y várdulos.
La orla cantábrica y el Sistema Ibérico constituyen excelentes líneas defensivas, pero Burgos, entre el Ebro y el Duero, es brecha, punto de obligado paso y cruce de caminos: de ahí su valor ofensivo. Dos importantes factores han condicionado la historia burgalesa: la posición de Burgos, portillo en el reborde montañoso de la meseta, que forma la Ibérica, y su situación en un estratégico cruce de caminos.

Con Sánchez Albornoz, «Castilla nace en una encrucijada de caminos». Estos caminos de Burgos están abiertos a la rosa de los vientos. Burgos busca sus «marismas» hacia el Norte, por Santander, y hacia el Sureste, por Valencia, siguiendo la Ibérica por la ruta del Cid. Es el camino Santander-Mediterráneo.
Girando desde Santander hacia el Este, encontramos las posibles líneas de invasión: desde Santoña o Bilbao por Villarcayo o Trespaderne; aguas abajo, desde Logroño por Santo Domingo de la Calzada; pero, en todo caso, Burgos es siempre paso obligado de las invasiones. Burgos hay que asegurarlo defendiéndose en la Cantábrica, pues los Obarenes sólo cubren unos cuantos pasos hacia Burgos, «llave de Castilla», como dice el general Híjar.
Burgos abre la entrada a la invasión de la meseta castellana, ya sea hacia el Sur, atravesando el Duero por Aranda, o hacia el Suroeste, para marchar sobre Valladolid. No hay que subrayar aquí la importancia de la ruta Sur, hacia el centro de la Península, nudo neurálgico de comunicaciones y sede principal del poder político de la nación.
La Reconquista desciende de Norte a Sur y su gran base de partida va ocupando situaciones sucesivas que la alejan de la gran ciudad castellana.
Tres siglos después de finalizada la Reconquista, en nuestra última contienda europea, la guerra de la Independencia, vuelve a destacar el carácter ofensivo de la posición de Burgos, en contraposición a Zaragoza, famosa por sus epopeyas defensivas.
Así, el emperador Napoleón, en su «Nota» de 30 de septiembre de 1808, dirigida a su hermano, el rey José, le dice: «La posición de Burgos es igualmente importante mantenerla, como ciudad de gran nombre y como centro de comunicaciones y de informaciones...
Cuando el enemigo está aún en Madrid, cuando se ignora dónde está el Ejército de Galicia, tomar, en vez de una posición dominante, ofensiva, honorable, como Burgos, una posición vergonzante, oscura, como Treviño, es como decir al enemigo: no tenéis nada que temer... En resumen, la posición de Burgos debe ser guardada... La posición de Burgos, mantenida con fuerza y de una manera ofensiva, amenaza a Palencia, Valladolid, Aranda, Madrid incluso. Burgos tiene una gran influencia en el mundo por su nombre; en Castilla, porque es su capital; en las comunicaciones, porque da una comunicación directa con Santander...;

En las «Notas concernientes a las medidas para asegurar la ruta de Madrid» que dicta Napoleón el 16 de abril de 1808, se dice al mariscal Bessieres que «los solos puntos en donde debe de haber franceses son Vitoria, Aranda, Burgos y Hernani».
Posteriormente, el 20 de enero de 1810, Napoleón vuelve a insistir en que es menester guardar esta línea de operaciones que hace cubrir con caballería, jalonando así la comunicación de Francia con la capital de España, de la que Burgos es bastión muy importante.
Como dice Juan Albarellos en sus «Efemérides Burgalesas»: «Los franceses fueron los primeros que en los tiempos modernos reconocieron la importancia que Burgos debe tener en toda división territorial, tanto militar como poiltica y administrativa. Al apoderarse de la ciudad, lo primero que hicieron fue reconstruir su antiguo y ya ruinoso castillo para convertirlo en plaza fuerte y establecer en la población una guarnición numerosa, así como un gran centro de abastecimiento para su ejército, con almacenes de víveres, municiones, vestuario y toda clase de pertrechos de guerra.))

Así, la importancia militar de Burgos, puesta de manifiesto de forma incuestionable en la Reconquista, queda largamente olvidada hasta que los franceses, en la guerra de la Independencia, saben captarla.
El gobierno de la nación española reconoce con retraso esta importancia, y así, en 1841, se designa a Burgos capital de una Comandancia General. Un decreto de Espartero, de 8 de septiembre de este año, establece en su artículo 4.°: ((Los distritos militares o capitanías generales serán catorce en la Península e Islas adyacentes, aumentándose una con las cuatro provincias de Burgos, Santander, Logroño y Soria.»

En el siguiente artículo del decreto se define a Burgos como cabecera del undécimo distrito. Navarra constituye el décimo y las provincias Vascongadas el duodécimo.
Pero hasta 1844 no se designa realmente Capitanía General al distrito. Juan Villalonga, mariscal de campo, es el primer capitán general. Es curiosamente Narváez quien firma el decreto de 3 de septiembre del año citado, titulando: «Capitanía General de Burgos», sin ambigüedad de denominación, a la creada por Espartero. No es cuestión política lo de Burgos: Espartero era progresista y liberal y Narváez, moderado, y ambos coincidieron en dar a Burgos una Capitanía General.
Bien es sabido que fue el rey Felipe V, por el Decreto de Nueva Planta, quien cambió la denominación de virreyes —en los antiguos reinos o territorios que los tenían por la de capitanes generales, con la excepción de Navarra que conserva el virrey. Desde ese Decreto de Nueva Planta, el capitán general es la máxima autoridad militar y de la administración. Es, asimismo, presidente nato de las audiencias.


El capitán general de Castilla la Vieja, preside en consecuencia la Cancillería o Audiencia de Valladolid. Pero en el siglo XVIII, pasa a Zamora la sede de esta Capitanía.
En 1833, con la reforma de Javier de Burgos, se separa la administración civil de la militar, apareciendo los subdelegados de fomento, que han de dar paso, más adelante, a los gobernadores civiles.
Surge la pregunta de por qué, precisamente en 1841, resurge la importancia militar de Burgos. Para dar respuesta a este interrogante, basta recordar que la guerra carlista, la primera, había finalizado recientemente, el 31 de agosto de 1839, con el abrazo de Vergara entre los generales Espartero y Maroto. Espartero había conocido bien el teatro de operaciones del Pirineo Occidental: durante la guerra había sido comandante general de Vizcaya y de las provincias Vascongadas, general en jefe y virrey de Navarra. Había tomado buena cuenta de todo y sabía de los peligros de permitir incursiones hacia la meseta. Y, en 1841, es precisamente Espartero el regente del reino.

Por otra parte, el famoso ((Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España»,  de Pascual Madoz (1846), refiriéndosea esta undécima región dice que ((forma la segunda línea de la frontera y, perdida la barrera del Pirineo es el único punto que la naturaleza designa para defender el centro de la monarquía y las provincias occidentales y meridionales.
Pero esta línea ha estado siempre desguarnecida de defensas; lo está en el día, y el invasor que supere las dificultades que el Pirineo le presenta y consiga batir el cuerpo de ejército defensor, obligándole a pasar el Ebro, camina hacia la corte de España, sin otros inconvenientes que los que la naturaleza del terreno le oponga. »
Burgos pierde su gran importancia militar tras la Reconquista cuando la expansión peninsular se dirige  hacia el Mediterráneo o el Atlántico, de cuyas corrientes quedaba alejada. Pero cuando aparece la amenaza pirenaica, en la guerra de la Independencia, Burgos recobra su importancia, lentamente reconocida.

Dura veinticinco años esta Capitanía General de Burgos. Un Real Decreto de 28 de marzo de 1866, siendo ministro de la Guerra Leopoldo O’Donnell, suprime el distrito militar de Burgos y lo engloba en la Capitanía General de Castilla la Vieja, cuyo capitán general tiene la residencia en Valladolid. En Burgos queda una división al mando de un mariscal de campo.
Resulta poco comprensible esta decisión de O’Donnell. Militarmente formado en la misma escuela de Espartero, lucha brillantemente a sus órdenes en las operaciones de Navarra y Guipúzcoa y es jefe de Estado Mayor General del Ejército del Norte, llamado por Espartero. De ideas liberales, Burgos le fue fiel en las convulsiones políticas de aquel entonces. La guarnición de Burgos le sigue, en favor de la reina María Crisma, en 1841.
Pero Burgos renace como el Ave Fénix. Un decreto de Amadeo de Saboya, de 22 de marzo de 1872, establece la Capitanía General de Burgos.

Si cotejamos estas decisiones relativas a la Capitanía General de Burgos con las fechas de las guerras carlistas, encontraremos que se restablece aquélla a fin de la Primera (1833-1840) y a principios de la Tercera (1872-1874). Pero ya en la Segunda hubo necesidad de llenar el vacío de Burgos con la creación allí de un importante centro logístico con la misión de suministrar abastecimientos y artillería, indispensables para la alimentación de la lucha. La supresión de la Capitanía General había causado importantes problemas operativos y logísticos que hubo que subsanar.
Como se ha descrito, después de Napoleón, Espartero, Narváez y don Amadeo supieron captar la importancia de Burgos y la hicieron capital de una reducida región militar, desgajada de la de Castilla la Vieja, con sólo cuatro provincias, Burgos, Santander, Logroño y Soria.

Pero es doña Maria Cristina durante su regencia (1885-1902) la que promulga un decreto «en nombre de su Augusto hijo el Rey Don Alfonso XIII», en fecha 22 de marzo de 1893, que organiza las tropas de la Península en cuerpos de ejército que se sitúan en cada una de las siete Regiones Militares en que divide al territorio, reduciendo el número de ellas, teniendo además en cuenta el mal estado de la hacienda pública. Al igual que el actual Plan Meta, el citado decreto responde a una concepción operativa frente a la meramente territorial.
La VI Región de las entonces creadas lleva la denominación de «Burgos, Navarra y Vascongadas» y comprende las provincias de Navarra, Alava, Guipúzcoa, Vizcaya, Santander, Burgos y Logroño, coincidiendo exactamente con la VI Región Militar en la actualidad.
Aplazada la aplicación del decreto reseñado, otro Real Decreto de 29 de agosto de 1893, dado en San Sebastián, repite la organización citada, añadiendo como anexo un Informe de la Junta Consultiva de Guerra, de la que entresacamos los párrafos de mayor interés, teniendo en cuenta que la Junta analizó quince proyectos diferentes antes de dar su solución.

Elimina el informe a Vitoria y Pamplona, como cabeceras de la Región, por su proximidad a la frontera francesa y considera  preferible a Burgos, que además es «punto de convergencia de todas las comunicaciones que hay a través del Ebro, desde Trespaderne a Logroflo, y está además íntimamente relacionada con las provincias de Palencia y Soria, siendo la destinada a cerrar el país al enemigo si adopta la línea de invasión por Castilla, que es la más probable, por ser la más corta, para llegar al centro de la monarquía».
«Burgos está además situada a retaguardia del Ebro y del desfiladero de Pancorbo, y un ejército extranjero no podría llegar hasta ella en tan breve tiempo que no diese lugar a la reconcentración de reservas y a recibir los auxilios que pudieran facilitar otras regiones.»
Concluye el informe diciendo que de lo expuesto resulta que Burgos debe ser la capital de la VI Región, siendo Vitoria muy importante como posición avanzada, donde siempre debe existir un considerable núcleo de fuerzas, así como en Pamplona.

En 1899, al año siguiente de los desastres de Cuba y Filipinas, un Real Decreto de la Reina Regente, de 31 de mayo, siendo ministro de la Guerra don Camilo G. de Polavieja, dispone en su artículo 28: «Se disuelven los actuales cuerpos de ejército, constituyendo sus cuarteles generales la plana mayor de la región en que se halle actualmente cada uno.» La Capitanía General del Norte, tiene su capital en Burgos. El cuerpo de ejército queda para organizarse en caso de guerra. Cabeceras de división son Pamplona, Vitoria y Bilbao.
Un Real Decreto, de 2 de noviembre de 1904, vuelve a los cuerpos de ejército. El Sexto Cuerpo tiene la Plana Mayor en Burgos, la 11ª División en Bilbao, la 12ª en Vitoria, la Tercera Brigada de Caballería en Burgos, y el 5º Regimiento Mixto de Ingenieros en San Sebastián. Pero sigue existiendo además la VI Región con las provincias de Burgos, Alava, Guipúzcoa, Vizcaya, Santander, Palencia y Soria. Logroño se ha incorporado a la V Región y, en cambio, aparece Soria como en la actual reestructuración.
En resumen, durante este periodo (regencia de María Cristina, primeros años de Alfonso XIII), Burgos consolida y acrecienta su importancia, incorporando Navarra y las Vascongadas.

El desastre del 98 había llevado a la reducción y a la supresión de los cuerpos de ejército, restablecidos en 1904. Tres años más tarde, con un Real Decreto, de 17 de enero de 1907, siendo ministro de la Guerra don Valeriano Weyler, se vuelve a la denominación clásica de Regiones Militares mandadas por capitanes generales. La VI Región Mutar está entonces integrada por Burgos, Alava, Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Palencia.
Por está disposición, la Región ha perdido Soria, que pasa a la V Región. Esta organización se mantiene hasta la Segunda República, durante el mando de catorce capitanes generales. En la exposición de motivos de este decreto se afirma que la denominación de capitán general está consagrada por la tradición y es la que mejor se adapta a las funciones y jurisdicción que ejerce y a los elementos de que dispone.
Poco después de instaurada la República, un Decreto de 16 de junio de 1931, suprime las ocho Regiones Militares que abarcaban el territorio peninsular y los dos distritos insulares de Baleares y Canarias, así como el cargo de Capitán General de Región.
Otro decreto de la misma fecha suprime además la dignidad de capitán general del Ejército y la categoría de teniente general.
En consecuencia, se establece en la 4ª Región la cabecera de una división orgánica, la 6ª Región. Se justifica la disposición en el hecho —a juicio de sus redactores— de que los capitanes generales eran aún cierta sombra de los virreyes, siendo las únicas autoridades que ejercían un mando interprovincial, y que intervenían además en cuestiones de índole social y política.

Estalla la guerra del 36 y, al año siguiente, un Decreto de 31 de octubre dispone que, nuevamente, las provincias que comprendían la demarcación territorial de la Sexta División Orgánica constituyan en lo sucesivo la VI Región. Otro Decreto, de 5 de abril de 1940, dispone que «en lo sucesivo, las actuales Regiones Militares y las Comandancias Generales de Baleares y Canarias se denominarán Capitanías Generales)) y que «los generales jefes de las Regiones... tomarán el título de capitanes generales de las mismas». En la exposición de motivos de este lacónico decreto se afirma que no se pueden desconocer ni las realidades del momento ni las enseñanzas del pasado. Que no se trata de desandar el camino, sino de devolver su denominación a las cabeceras de Región.
Finalmente, una reciente Orden de 9 de octubre del año pasado (1985) publica un acuerdo del Consejo de Ministros, de igual fecha, por el que se organiza la V Región Militar, Región Militar Pirenaica Occidental, que incorpora Soria.

En resumen, el hecho de que Burgos sea cabecera de Región, se denomine como se denomine, no es una concesión política ni fruto de un equilibrio regional. Es sencillamente la consecuencia natural, militarmente considerada, de su situación geográfica. Burgos es encrucijada de caminos, posición ofensiva. Pero también portillo en el reborde montañero de la meseta que forma la Ibérica, segunda línea de frontera.
Burgos fue la personificación de la Reconquista. Lanzó hacia el Sur la energía foramontana y guerrera de los hombres del Norte de Hispania. Decae por excéntrica cuando las gestas mediterránea y atlántica.
Renace su importancia en la guerra de la Independencia y en las guerras carlistas y se acrecienta su valor en los tiempos actuales como consecuencia de su situación estratégica, en el marco de la consideración de los modernos medios de combate.

BIBLIOGRAFIA

- Gaceta de Madrid y Diarios Oficiales del Ministerio de la Guerra, Ejército y Defensa.
- Díaz de Villegas, José .«Nueva Geografía Militar de España», Madrid, 1952.
- Espina, Antonio. «Espartero». Ed. Gran Capitán. Madrid, 1949.
- Lafuente, Modesto. «Historia General de España,. Ed. Muntaner y Simón. Barcelona, 1877.
- Madoz, Pascual «Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España; 1846.
- Melgar, Francisco «.O’Donnell; Ed. Gran Capitán. Madrid, 1946.
- Prados López, José Manuel. «Narváez». Ed. Compañía Bibliográfica Española S.A. Madrid, 1952.
- Sánchez Albornoz, Claudio. «España, un enigma histórico». E. Edhasa. Barcelona, 1976.

Enlace Artículo "Capitanía General de Burgos"

miércoles, 21 de octubre de 2015

La Ciudad deportiva “Dos de Mayo”, de Burgos, vista en 1951.

Instalaciones deportivas.—La Ciudad deportiva “Dos de Mayo”,de Burgos.
Capitán de Artillería Vicente de Aymerich Picatoste, profesor de E. F.
Revista Ejercito nº135 Abril 1951

Pocas personas aficionadas al deporte habrá en España, sobre todo dentro del elemento militar, que no hayan oído hablar, siquiera una sola vez, de la Ciudad deportiva “Dos de Mayo”, de Burgos; pero son también muy pocos los que conocen con toda clase de detalles las magníficas condiciones que reúne todo este conjuntó de campos y pistas y el corto, pero brillante, historial de las actividades deportivas que se desarrollan en él durante todo el año. A esto, precisamente, van encaminadas las líneas que siguen, dedicadas a lo que constituye un de los mejores campos deportivos de Europa. Muy pocos años han sido precisos, concretamente seis escasos, para que la gran extensión de terreno, en que hoy día está enclavada esta Ciudad deportiva, se convirtiera de la nada en el escenario de grandes actividades deportivas, grandes no sola mente en la calidad de las pruebas disputadas, en sus pistas y campos, sino, en lo que es más importante, en el incremento de la afición, en la práctica asidua de numerosos deportes, que hasta entonces no se habían practicado en Burgos, y, como consecuencia, la aparición de un gran número de deportistas; en una palabra: el mejoramiento de la raza por medio del deporte tiene, en la Ciudad deportiva, uno de sus principales medios de propaganda.
Estos campos, creados por el General Yagüe, Capitán General de la región, pertenecen a la Junta Regional de Educación Física, y ésta constituida por un buen plantel de Jefes y Oficiales de la Guarnición, es la que los rige, siendo sus distintas Delegaciones las encargadas de la organización de las pruebas que en ellas se celebran.


Instalaciones que, componen la Ciudad deportiva.
El conjunto del Campo de deportes “Dos de Mayo” ofrece un bello y agradable aspecto; en su trazado y construcción no sólo se ha tenido en consideración la parte más importante para que fue creado, es decir, el deporte, sino también la parte estética, al mismo tiempo que se ha buscado el bienestar y la sana alegría que debe imperar en la juventud alegre y optimista; así, rodeando a cada una de las pistas y campos dispone de bonitos y cuidados jardines, y a un lado del conjunto cuenta con una pista de baile, lugar el más apacible y agradable de Burgos en la época estival. Pero yendo a lo que más interesa, al aspecto deportivo, me limitaré a señalar las distintas instalaciones de que se compone el “Dos de Mayo”. (Véase el plano general.)

Podemos descomponer todo este conjunto en cuatro zonas: A,B,C y D:
- Zona, A —Dos campos de balón-cesto, de dimensiones reglamentarias.
Una pista de patines, de dimensiones 44 X 32, por lo que se podrían jugar a la vez dos partidos de hockey sobre patines, ya que el Reglamento de este deporte señala como dimensiones mínimas reglamentarias las de 30 x 15.
Dos campos de balón-volea, de dimensiones reglamentarias.
- Zona B.—Cuatro pistas de tenis, de dimensiones reglamentarias, con sus correspondientes tribunas. Un gimnasio cubierto, de 40 x 15; con tribuna y servicios correspondientes.
Una sala de boxeo, de 16 x 12, con su ring desmontable, de dimensiones reglamentarias.
Una piscina descubierta, de 33 x 18, con sus anexos de trampolín de 3 metros, tobogán y solarium, más los servicios correspondientes y pérgola.
Una piscina infantil.
Una piscina cubierta, de 25 x 10, con sus correspondientes servicios. Esta piscina se encuentra todavía en construcción.
- Zona C.—Una bolera.
Un campo de hockey sobre hierba, de dimensiones reglamentarias.
Un frontón descubierto, de 40 x 11.
Un frontón cubierto, de 60 x 11, con sus anexos de tribuna, taquillas y servicios. Este frontón será inaugurado en breve.
- Zona D.—Una pista hípica, de 120 x 60, con tribuna, palcos y taquillas.
Una pista de ensayo (hípica).
Un estadio, cuya cuerda mide 400 metros, con campo para fútbol, rugby, balón-mano, etc.



Sirviendo de límite entre las zonas B, C, y D, corre un canal, donde pueden practicar los aficionados al remo, en una longitud aproximada de doscientos metros.
Independiente de toda esta serie de campos y pistas, pero por otra parte perteneciente a la Junta Regional de Educación Física de la Región, tenemos:

- Una sala de armas con tres planchas reglamentarias para florete; esta sala se encuentra en la Residencia de Oficiales, próxima, mejor dicho, dentro del “Dos de Mayo”.
- Una pista de Aplicación militar.
- Un Refugio montañero en las proximidades de Burgos (Pineda de la Sierra).
- Cotos de caza, también en las proximidades de Burgos.

Además de todo esto existen oficinas, almacenes de material y vestuario, cuadras y alojamiento para la tropa y personal encargado del cuidado y entretenimiento de las instalaciones.
En proyecto se encuentran la construcción de un campo de tiro al plato, otro de tiro con arco y otro de pelota base.
A la vista de esto se explica el auge que ha adquirido el deporte en esta ciudad castellana, donde hace escasamente seis años no existían más campos de deportes que el viejo campo de fútbol de Laserna. Por ello podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que el 95 por 100 del deporte burgalés tiene su sede en estas magníficas instalaciones, orgullo de Burgos y visita obligada de cuantos turistas visitan la capital.

Utilización y uso de las instalaciones.
- Gran cantidad de aficionados al deporte, en su gran mayoría jóvenes de ambos sexos y todas condiciones sociales, son los que utilizan las distintas pistas y campos de esta Ciudad deportiva; para ello, la Junta Regional de Educación Física de la Región tiene adoptadas sus disposiciones para el mejor uso y utilización y encaminadas a la vez a favorecer y apoyar la práctica de toda clase de deportes entre esta juventud burgalesa, que poco a poco va despertando del letargo en que deportivamente se encontraba.

Elemento militar.—Es el personal que más utiliza las instalaciones.
Todos los Cuerpos de la Guarnición, por turno, acuden al “Dos de Mayo” dos veces por semana, desarrollando en él un completo programa de educación física durante las horas de la mañana. Diariamente el número de soldados que allí se concentran en dichas horas es, aproximadamente, de 200 a 250, y aunque a primera vista parezca excesivo este número al lado del número de campos y horas disponibles por el sistema de rotación que se sigue, todos los soldados practican durante estas sesiones el 80 por 100 de los deportes que en estas instalaciones se pueden hacer.
En vísperas de celebrarse los distintos campeonatos de las pruebas que marca el calendario deportivo militar, estas jornadas mañaneras se animan extraordinariamente, ya que cada uno pone el máximo interés en destacar en los entrenamientos por ver si alcanza el honor de representar a su Unidad en los campeonatos de la región y posteriormente en los nacionales; cuando se acerca la fecha de estos últimos, los seleccionados regionales se concentran aquí llevando a cabo su entrenamiento y puesta en forma, dirigidos por competentes y entusiastas Jefes y Oficiales.
También los alumnos de la Academia de Ingenieros acuden a estas pistas a desarrollar su programa de educación física, si bien la asistencia de éstos no es fija ni diaria, debido a las necesidades del régimen interior de dicho Centro de enseñanza.

Elemento civil.—El uso que de estas instalaciones hace el elemento civil es menor que el del elemento militar. Ello es debido a que el porcentaje mayor de deportistas lo dan los estudiantes, que, como es natural, disponen de muy poco tiempo al cabo del día, teniendo que aprovechar los ratos libres; no obstante, y principalmente en la época veraniega, estas pistas se encuentran muy concurridas por personas de todas las edades.
Para el acceso a la Ciudad deportiva del elemento civil, basta ser socio de la Sociedad Deportiva Militar, que mediante una módica cuota mensual da derecho al asociado al uso de todas las instalaciones a partir de las doce de la mañana.
Respecto a las instalaciones que no entran en este conjunto de la Ciudad deportiva, concretamente el Refugio montañero y los cotos de caza, en sus distintas épocas se organizan excursiones en las que los aficionados a esquiar, escalar y cazar, pasan la jornada dominical practicando su deporte favorito y lejos del bullicio de la población.

Historial deportivo de las mismas.
En julio de 1945 se inauguró oficialmente la Ciudad deportiva, y entre las primeras instalaciones que empezaron a funcionar figura la hípica, adonde concurrieron los mejores jinetes y caballos que en aquella época había en España, unos y otros de categoría internacional. No pudieron hallar marco más bello y a la vez de tan magníficas condiciones. A su vez la hípica tampoco pudo encontrar en su nacimiento concursistas más capaces de darle la importancia y la categoría no sólo nacional, sino internacional, que, como adelantada de todo el conjunto, ha llegado a adquirir en la Ciudad deportiva.
Y ahora, ajustándome al historial de las pruebas celebradas hasta la fecha, haré una breve enumeración de ellas, separando las de carácter nacional.

Campeonatos militares.—Todos los años se celebran en estas instalaciones las pruebas regionales correspondientes al calendario deportivo militar, y que sirven para seleccionar al equipo que en los nacionales representa a la región; durante ellas se concentran en las distintas pistas y campos varios centenares de deportistas, algunos de ellos de verdadera categoría nacional que dan a dichas competiciones un interés grande y un estímulo a los que empiezan.
Aparte de estos campeonatos, se celebran diversos torneos que sirven de preparación a los anteriores y en los que normalmente se disputa algún trofeo donado por distintas autoridades militares.

Campeonatos locales, provinciales y regionales.—Independientes de las pruebas militares, tienen lugar diversos campeonatos de carácter local, provincial y regional, organizados por la Sección Femenina, Frente de Juventudes, Educación y Descanso y Grupos de Empresas, habiéndose celebrado también campeonatos de sector, valederos para el de España, en lo que se refiere a estas Organizaciones y en distintos deportes, principalmente atletismo, balón-cesto, balón-volea, balón-mano, hockey sobre hierba y sobre patines.

Campeonatos nacionales.—Sin menospreciar la calidad de los anteriores, los que verdaderamente han conducido a dar categoría adquirida por estas instalaciones han sido los campeonatos nacionales no sólo por la indiscutible clase de los participantes, muchos de ellos de talla internacional, sino por el enorme interés despertado por esta afición, que está en pleno desarrollo. Concretando las competiciones de tipo nacional que aquí han tenido lugar, como asimismo otras actividades deportivas, son las que siguen:
Año 1947—Campeonatos de Natación del Frente de Juventudes. Actuación del equipo hípico portugués.
Año 1948.—Campeonato de España de balón-cesto.—Campeonatos Juveniles del Frente de Juventudes (atletismo, balón-cesto, ciclismo, natación y tiro de fusil).—Entrenamiento del equipo olímpico de equitación.
Año 1949.—Campeonato de España de gimnasia atlética.—Campeonato de sector, valedero para el de España, de hockey sobre hierba—Campeonato de España de hockey sobre patines (segunda categoría).—I Curso de preparadores de fútbol.
Año 1950.—Campeonato de España de lucha grecorromana.— II Curso de preparadores de fútbol—Campeonato de España de atletismo.
Año 1951.---Campeonato de España de balón-cesto (segunda categoría).

Independientemente de pruebas de campeonato, y con motivo de las ferias y fiestas de Burgos, se organizan diversas jornadas deportivas, en las que los mejores conjuntos y los mejores deportistas, de diversas especialidades hacen acto de presencia, compitiendo noblemente en estas magníficas instalaciones, que visitadas por numerosas personalidades nacionales y extranjeras han coincidido en la opinión de ser las mejores de España y una de las mejores de Europa.

Resultados alcanzados por la VI Región en los campeonatos nacionales.
Aunque este capítulo no encaja dentro de este artículo, no quiero dejar de exponerlo, ya que puede servir, como consecuencia, para demostrar las grandes ventajas que han traído consigo la creación de estas instalaciones y el perfecto empleo que de ellas se hace.

Año 1946—Atletismo 2º puesto, Tiro de fusil por patrullas 8º
Año 1947.—Aplicación Militar 1º, Atletismo 1º, Ciclismo 2º, Tiro de fusil por patrullas 3º, Escalada 5º, Gimnasia educativa 5º, Natación 6º.
Año 1948.—Atletismo 1º puesto, Esquí 1º, Aplicación Militar 2º, Tiro de fusil por patrullas 3º, Gimnasia educativa 3º, Ciclismo 5º, Natación 9º.
Año 1949.—Atletismo 1º puesto, Campo a través 1º, Patrullas a caballo 1º, Ciclismo 2º, Natación 7º, Gimnasia educativa 7º, Aplicación militar 8º.
Año 1950.—Atletismo 1º puesto, Campo a través 1º, Tiro de fusil por patrullas 1º, Ciclismo 5º, Aplicación militar 7º, Gimnasia educativa 8º, Natación 9º.