Mención especial merece Marcelo
Adrián Obregón, héroe de Baler e integrante de aquel irreductible y por todos
admirados grupos de hombres que han pasado a la historia como Los últimos de Filipinas. Nacido en Villalmanzo, en el año 1898 recaló en el pueblo costero de Baler, durante el famoso asedio
de meses, ocupó siempre el puesto de vigilancia en la torre de la iglesia,
adonde, durante los largos ataques, le subían la comida en polea.
Afortunadamente, fue uno de los 33 supervivientes de aquella insólita gesta,
toda vez que resistieron muchos meses después de hubiera terminado la guerra,
casi olvidados por todos, españoles incluidos. Su ejemplo fue admirado por todo
el mundo, llegando su resistencia a ser estudiada en la academia militar de
West Point.
Marcelo Adrián Obregón
Ciriaco Fuentes Olmo, natural de Buezo, era sargento de Infantería
en plena rebelión tagala. El capitán general de Filipinas, encargó proteger
Manila, la capital. En febrero de 1897, Estaban los españoles a punto de ser
rechazados por los rebeldes cuando en un arranque casi suicida el sargento
burgalés, al mando de su pelotón, formado por ocho hombres, consiguió llegar
hasta uno de los parapetos desde los que estaban haciendo blanco los
insurrectos y tomarlo causando numerosas bajas al sorprendido enemigo. Su
acción permitió abrir un hueco por el que entraron como una manada el resto de
los hombres de la brigada, que permitió finalmente, tras un combate fiero y
terrible, conquistar totalmente la ciudad, lo que cerró toda posibilidad de
avance hacia Manila de los tagalos. Tras la capitulación española, el héroe burgalés
regresó a la metrópoli. En el año 1901 el Consejo Superior de Guerra y Marina
le concedió la Cruz de primera clase de la Real y Militar Orden de San
Fernando.
Ciriaco Fuentes Olmo
Fidel Alonso de Santocildes, nacido en Cubo de Bureba, pasó a la historia por su heroico papel en el conocido como combate de Peralejo, en el que este general burgalés terminó perdiendo la vida. Fue en el año 1895. Al frente de 1.500 hombres, Santocildes cayó en una emboscada del rebelde Antonio Maceo. Conocido por su ardor guerrero y por su valentía en el campo de batalla, virtudes que le habían granjeado fama, ascensos y respeto entre los suyos, no se arredró en ante la celada que perpetrada por los cubanos. Pese a ser menos en número, y sabedores de que en aquel enfrentamiento tenían todas las de perder, el burgalés encabezó la ofensiva, siendo de los primeros en recibir el plomo enemigo: le impactaron dos balazos que lo dejaron muy grave.
Sus hombres trataron de llevárselo de la primera línea de ataque, pero él no se dejó, argumentando que se trataba de dos inofensivos arañazos cuando en realidad se trataba de heridas más que severas que lo inhabilitaban para el combate. El general siguió luchando hasta que recibió un tercer disparo, que le hirió en la cabeza y le provocó la muerte.
Por su brillante carrera militar y heroicidad, el 31 de julio de 1895, el Ayuntamiento de Burgos le otorga el nombre de una calle, y más tarde la Plaza de Santander cambia su nombre por el de Plaza del General Santocildes.
General Fidel Álonso de Santocildes
Fuente: DiariodeBurgos
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